Nos unió el destino hace muchos años. Yo estoy tranquila porque sé que te di
certeza, te di la seguridad de que existe la lealtad y el amor incondicional. Así fue mi amor para ti, un amor puro y total,
aspiré siempre a ser parte de tu vida y por ello, siempre puse lo mejor que
tenía y ahora me pregunto dónde y cómo estás.
Ojalá te hayas encontrado con Emilio, porque
no sé quiénes fueron importantes en tu vida que hayan trascendido al más
allá.
Sé que tu ascendencia no fue buena para ti,
espero que ellos no te hayan recibido.
Lo que más deseo es que estés rodeado de amor, de felicidad, de
conversaciones, de creatividad y, sobre todo, que no sientas dolor anímico y
físico.
Desde que nos conocimos, nuestras charlas
eran variadas, casi todos los temas los abordamos de manera franca,
transparente, supe de tus estudios, tus juegos, tus intereses. Llegó el momento en que me dijiste que yo
había ahuyentado a tus fantasmas. Eso me
llenó de dicha, supe que había logrado ser alguien fundamental para ti. Nuestras diferencias se salvaban con el amor.
Ahora que ya no estás no sé cómo
sentirme. ¿Cómo explicarlo? Por un lado, me siento triste y muy sola, ya
no tengo tu voz, ni tu presencia, tus caricias, tus comentarios ni tus consejos. Por otra parte, estoy tranquila porque sé que
ya dejaste de sufrir los dolores que callaste durante los últimos meses que te
pude disfrutar, sólo el último día que nos vimos me confiaste lo tremendo del
dolor muscular y las lesiones que te provocó la hemiplejia.
Yo fui torpe, porque quise minimizar tu mensaje
para no hacerte sentir peor. Yo quise
cuidarte, te ofrecí mi apoyo total, como el que corresponde cuando una ama, yo
quería estar contigo en todo momento, cuidar de tu persona, procurar tu bienestar,
besarte y ser dulce contigo, reconfortar tu alma y tu cuerpo.
Mi participación contigo, mi vida entregada
a ti con horarios, fue un acto parcial porque teníamos otros deberes, otras
responsabilidades y otros amores. Espero
que hayas terminado como lo querías, en compañía de tus hijos y te hayas ido
con la tranquilidad de que todos estaremos bien, aunque nos dejaste un vacío
que tampoco se llenará.
En mi caso, estoy desolada. Ya no pude platicarte muchas cosas para no
agobiarte; además, el tiempo y las circunstancias impidieron nuestro contacto. Sin embargo, quiero pensar que aún estás aquí
conmigo, que me acompañas y cuidas, que me brindas tu amor y cuando escribo, creo
que tú y Emilio leerán lo que redacto, imagino sus rostros, sus gestos de
aprobación o sorpresa, que me dan una palmada o bien, que me besan.
Debo actuar como una estoica, convencerme de
que ustedes regresaron a su origen, que su actuación en esta obra llamada vida
concluyó después de sus interpretaciones fundamentales en mi tránsito vital y
estoy agradecida por haber podido conocerlos y amarlos, cuidarlos hasta donde
me fue posible y sobre todo, haber podido expresarles mi cariño de diferentes
maneras., Seré fuerte, no me dejaré
vencer por el dolor. Aún tengo responsabilidades
que cumplir en compañía de ustedes dos.