lunes, 19 de marzo de 2012

VOCACIÓN INTERRUMPIDA


   Había una vez una mujer que quiso escribir; no tenía aspiraciones de llegar a ser famosa, eso no.  Escribía por diversión, por entretenimiento, por gusto.   Cada mañana era una oportunidad de encontrar algo, un hecho, una mirada, un  pensamiento, una idea que constituyera el inicio de la aventura de su imaginación...
   Pero un día de diciembre ocurrió un suceso inesperado por ella,  unas palabras que aniquilaron cualquier intento,  que eliminaron la intención, que extinguieron el  anhelo.  Su imaginación, otrora  libre e intrépida, se transformó en cenizas…
   En vano ha intentado rehacer lo iniciado,  ha sido imposible regresar  al camino andado durante dos años.  María se siente frustrada, impedida,  incapacitada para  escribir como lo hacía antes, con fluidez, claridad, ingenio,  sarcasmo…
   Ahora, vieja y vacía por dentro, solamente vive la vida  mirando pasar  hechos  e impresiones, actitudes y anécdotas que, sin duda, llegarán a ser olvidadas algún día.
   María  se siente sola, sin la compañía de su  afición que pasó a la profundidad de su  mente y a la superficie de su dolor.  En vano intenta hacer lo de antes,  le es imposible poseer  a los personajes, ella es la protagonista de una historia que no tiene un final feliz en la escritura. 
    A veces piensa que de cualquier manera ella es fuerte, que puede escribir cuanto le plazca, sin importar lo que digan acerca de ella,  pero hay algo, un impedimento mayor, más fuerte que su voluntad.  Está herida aún, la humillación vivida se erigió en una muralla altísima, invisible pero real, intangible pero verdadera.
   Ya no puedo escribir y mis  textos quedarán en ideas, mis  escritos serán solamente pensamientos momentáneos.  En fin, este es el final de una vocación naciente.