lunes, 8 de agosto de 2016

SILVIA GONZÁLEZ ARMENDÁRIZ, DESCANSE EN PAZ



    No sé cómo empezar, tal vez es que el paso del tiempo y la consciencia de que me acerco cada vez más al final, me han vuelto, por un lado, más sensible y tendiente al llanto inmediato y por otro, más irascible e intolerante.  ¿Cómo hacer para explicar lo que experimento y cómo volcar, expresar, transmitir y dar a conocer qué es lo que me pasa?  A veces ni yo misma me entiendo, estoy feliz pero también triste, estoy tranquila pero también inquieta, estoy a disgusto pero  cómoda… ¡Estoy confundida!
   Desde hace tiempo que no escribo, no he querido hacerlo porque bien sé que puedo  cuando me plazca pero me he obnubilado, he coartado mi libertad de teclear, de pensar, de sentir… Es fácil culpar a otros de mi decisión, no había dado el paso porque temía hacerlo.  ¿Temor a qué?  A mí misma, a darme cuenta que al igual que todos, estoy en riesgo.  Hace unos días supe del fallecimiento de una entrañable amiga.  La recuerdo bien, fuimos compañeras en una escuela, reímos, platicamos, nos confiamos secretos, nos quisimos mucho…  Una está segura de que las amigas permanecen, que saben que son apreciadas y valoradas por las personas cercanas, aunque no se vean con frecuencia.  Yo la encontré hace unpar de meses, ambas teníamos prisa: ella debía regresar para ver a su mamá y yo recogería un documento oficial; platicamos brevemente, acerca de la familia y las actividades laborales, ambas sonreímos, nos dimos un beso y eso fue todo… ¿Cómo iba yo a imaginar que la vida me arrebatara a otra persona querida?  La vi, con mi poquísima percepción, sana, preocupada por la salud de su mamá, con ansiedad de estar en otro lado porque su sentido de responsabilidad para con los otros era enorme…
   Desde que supe de su desceso estoy peor.  No comprendo por qué el destino es corto para muchos.  Sé que ella vivió plenamente, que tuvo alegrías y tristezas como todos y que su existencia será siempre un enorme y grato recuerdo para mí.
Añadir leyenda


           
   DESCANSE EN PAZ SILVIA GONZÁLEZ ARMENDÁRIZ

SILVIA GONZÁLEZ ARMENDÁRIZ, DESCANSE EN PAZ



    No sé cómo empezar, tal vez es que el paso del tiempo y la consciencia de que me acerco cada vez más al final, me han vuelto, por un lado, más sensible y tendiente al llanto inmediato y por otro, más irascible e intolerante.  ¿Cómo hacer para explicar lo que experimento y cómo volcar, expresar, transmitir y dar a conocer qué es lo que me pasa?  A veces ni yo misma me entiendo, estoy feliz pero también triste, estoy tranquila pero también inquieta, estoy a disgusto pero muy cómoda… ¡Estoy confundida!
   Desde hace tiempo que no escribo, no he querido hacerlo porque bien sé que puedo  cuando me plazca pero me he obnubilado, he coartado mi libertad de teclear, de pensar, de sentir… Es fácil culpar a otros de mi decisión, no había dado el paso porque temía hacerlo.  ¿Temor a qué?  A mí misma, a darme cuenta que al igual que todos, estoy en riesgo.  Hace unos días supe del fallecimiento de una entrañable amiga.  La recuerdo bien, fuimos compañeras en una escuela, reímos, platicamos, nos confiamos secretos, nos quisimos mucho…  Una está segura de que las amigas permanecen, que saben que son apreciadas y valoradas por las personas cercanas, aunque no se vean con frecuencia.  Yo la encontré hace unpar de meses, ambas teníamos prisa: ella debía regresar para ver a su mamá y yo recogería un documento oficial; platicamos brevemente, acerca de la familia y las actividades laborales, ambas sonreímos, nos dimos un beso y eso fue todo… ¿Cómo iba yo a imaginar que la vida me arrebatara a otra persona querida?  La vi, con mi poquísima percepción, sana, preocupada por la salud de su mamá, con ansiedad de estar en otro lado porque su sentido de responsabilidad para con los otros era enorme…
   Desde que supe de su desceso estoy peor.  No comprendo por qué el destino es corto para muchos.  Sé que ella vivió plenamente, que tuvo alegrías y tristezas como todos y que su existencia será siempre un enorme y grato recuerdo para mí.
              DESCANSE EN PAZ SILVIA GONZÁLEZ ARMENDÁRIZ