No sé cómo
empezar, tal vez es que el paso del tiempo y la consciencia de que me acerco
cada vez más al final, me han vuelto, por un lado, más sensible y tendiente al
llanto inmediato y por otro, más irascible e intolerante. ¿Cómo hacer para explicar lo que experimento
y cómo volcar, expresar, transmitir y dar a conocer qué es lo que me pasa? A veces ni yo misma me entiendo, estoy feliz
pero también triste, estoy tranquila pero también inquieta, estoy a disgusto
pero cómoda… ¡Estoy confundida!
Desde hace tiempo
que no escribo, no he querido hacerlo porque bien sé que puedo cuando me plazca pero me he obnubilado, he
coartado mi libertad de teclear, de pensar, de sentir… Es fácil culpar a otros
de mi decisión, no había dado el paso porque temía hacerlo. ¿Temor a qué?
A mí misma, a darme cuenta que al igual que todos, estoy en riesgo. Hace unos días supe del fallecimiento de una
entrañable amiga. La recuerdo bien,
fuimos compañeras en una escuela, reímos, platicamos, nos confiamos secretos,
nos quisimos mucho… Una está segura de
que las amigas permanecen, que saben que son apreciadas y valoradas por las
personas cercanas, aunque no se vean con frecuencia. Yo la encontré hace unpar de meses, ambas
teníamos prisa: ella debía regresar para ver a su mamá y yo recogería un
documento oficial; platicamos brevemente, acerca de la familia y las actividades
laborales, ambas sonreímos, nos dimos un beso y eso fue todo… ¿Cómo iba yo a
imaginar que la vida me arrebatara a otra persona querida? La vi, con mi poquísima percepción, sana,
preocupada por la salud de su mamá, con ansiedad de estar en otro lado porque
su sentido de responsabilidad para con los otros era enorme…
Desde que supe de
su desceso estoy peor. No comprendo por
qué el destino es corto para muchos. Sé
que ella vivió plenamente, que tuvo alegrías y tristezas como todos y que su
existencia será siempre un enorme y grato recuerdo para mí.
Añadir leyenda |
DESCANSE EN PAZ SILVIA GONZÁLEZ ARMENDÁRIZ